La artrosis hace referencia a una lesión del cartílago de la articulación y se hace evidente al generar dolor articular.
Se trata de una lesión por “desgaste” que afecta en España a un 29 % de la población (según reumatologiaclinica.org), siendo la zona cervical y la zona lumbar las más habituales.
Este artículo tiene como objetivo explicar en qué consiste la artrosis, cómo prevenir su evolución y cómo la fisioterapia puede ayudar a la eliminación de los síntomas.
¿Qué es la artrosis?
Se conoce la artrosis como una enfermedad degenerativa en la que el cartílago que se encuentra en una articulación ha sido deteriorado en menor o mayor medida. Este deterioro hace que las superficies óseas que unen la articulación no tengan un movimiento normal, pudiendo provocar dolor, rigidez e inflamación, entre otros síntomas que veremos más adelante.
En otras palabras, “la almohadilla que hace que dos huesos no choquen entre sí».
La artrosis hace referencia a cualquier proceso degenerativo de una articulación.
Edad y artrosis
La artrosis hace referencia a cualquier proceso degenerativo de una articulación.
Conforme va avanzando la edad, la probabilidad de padecer artrosis va aumentando. Según estudios, un 29,35% de la población mayor de 40 años padece artrosis, siendo un 80% en pacientes mayores de 65 años. Son las mujeres las que según las estadísticas padecen artrosis con mayor facilidad, siendo esta probabilidad tres veces más que en los hombres.
Esta degeneración puede ser dolorosa y su grado de gravedad es variable. Sus síntomas más frecuentes son el dolor mecánico (al movimiento), la rigidez articular y la crepitación (crujido). También es cierto que en fases agudas puede producir dolor incluso en reposo y también incapacidad funcional.
¿En qué zonas del cuerpo aparece la artrosis?
Algunas articulaciones son más vulnerables a sufrir este tipo de lesión: como leíste en la introducción, la zona cervical y lumbar son las más frecuentes. Sin embargo, la artrosis de rodilla, hombro y cadera también son motivo de consulta frecuente.
Las articulaciones que tienen mayor probabilidad de presentar artrosis, según el estudio citado anteriormente, son las siguientes:
- Columna lumbar (15,52 % de todos los pacientes que sufren artrosis)
- Rodilla (13,83 %)
- Columna cervical (10,10 %)
- Manos (7,73 %)
- Cadera (5,13 %)
Diagnóstico de la artrosis
El diagnóstico de esta patología se suele llevar a cabo mediante pruebas de imagen, siendo la resonancia magnética la más específica para detectarla, aunque suelen ser igualmente efectivas la ecografía o la radiografía si el profesional sanitario está familiarizado con el diagnóstico mediante estas pruebas.
De igual modo, la historia clínica y las pruebas manuales llevadas a cabo por el fisioterapeuta son de gran ayuda en el diagnóstico.
Factores de riesgo de la artrosis
La edad es un factor de riesgo importante debido al sobreúso articular con el paso de los años. No obstante, una persona joven puede tener artrosis en alguna articulación como consecuencia de otra lesión. Por ejemplo, después de una fractura de rodilla, las posibilidades de tener artrosis en esa articulación son mayores. También se dan casos de personas jóvenes (30/40 años) que, debido a su actividad laboral o de la vida diaria, sufren artrosis (cuello, lumbares, rodillas…)
La obesidad es uno de los factores más determinantes en producir o acelerar la artrosis, sobre todo en miembros inferiores y zona lumbar.
El sedentarismo y la falta de actividad física también contribuyen a un mal funcionamiento del aparato locomotor y, por lo tanto, a la aparición de dolor articular y posible artrosis.
Y, por último, la herencia genética. Si algo nos ha enseñado la biología es que viendo a nuestros padres y abuelos podemos intuir hacia dónde va nuestro destino. Por ello, si en tu familia se dan con frecuencia casos de artrosis o dolor articular, intenta prevenir su aparición.
Síntomas de la artrosis
¿Qué puedo notar en caso de que padezca artrosis en alguna de mis articulaciones?
La artrosis se suele manifestar con los siguientes síntomas:
Dolor articular. Que se puede manifestar tanto en reposo como cuando se realizan ciertos movimientos de la articulación en cuestión.
Deformidad articular. La falta de cartílago articular y la carga a la que se somete la superficie ósea sin él, puede provocar que el hueso sufra deformidades según la fuerza a la que sea sometido.Inflamación articular. La articulación se inflama por el roce provocado por las superficies óseas sin protección ante la carga.
Rigidez. El mero hecho de evitar el dolor y no mover la articulación hace que esta sea menos móvil y aumentando la rigidez articular.
¿Cómo prevenir la aparición de la artrosis? (o cómo frenarla)
Lo cierto es que todo el mundo tiene artrosis en alguna articulación y no tiene síntomas. Como toda máquina, el cuerpo se “gasta” con el sobreúso. Pero, si no hacemos nada, es cuestión de tiempo que alguna de estas articulaciones empiece a darnos la lata.
La prevención es la clave:
Ejercicio físico: mantenerse activo ayuda a prevenir la rigidez articular y nos ayuda a reforzar nuestro sistema muscular, qué será un seguro para la articulación. También tener en cuenta que el reposo en caso de fase aguda de dolor es muy importante y no es incompatible con el ejercicio físico.
Buena alimentación y hábitos saludables: como dijimos anteriormente, el sobrepeso acentúa los síntomas de la artrosis y acelera su evolución. Qué mejor excusa para mejorar nuestros hábitos que el poder reducir el dolor articular.
En caso de rigidez articular, la aplicación de calor ayuda a mejorar la movilidad, si bien es cierto que en casos de dolor agudo el frío es más efectivo en prevenir la inflamación y aliviar el dolor. En caso de duda, pregunta a tu médico o fisioterapeuta.
Tratamiento de la artrosis
Cada paciente deberá seguir un tratamiento u otro en función de sus necesidades y en función de lo que el profesional sanitario le prescriba. De igual modo, la localización de la artrosis en una articulación u otra va a determinar que tratamiento se llevará a cabo.
En función de los objetivos del tratamiento, podremos llevar a cabo unas u otras herramientas. Dividiéndolo por objetivos, los métodos utilizados serán los siguientes:
- Alivio del dolor:
- Diatermia o calor local.
- Terapia manual en musculatura implicada.
- Neuromodulación.
- Movilidad y fuerza articular:
- Ejercicios de movilidad tanto pasiva como activa.
- Ejercicios de fuerza con cargas adaptadas al paciente.
- Ejercicios de hidroterapia (agua o piscina)
- Retraso del avance de la patología:
- Disminuir la carga en caso de que sea una actividad la que haya provocado la patología.
- Reducir traumatismos en caso de que esta sea la causa de la enfermedad.
- Fisioterapia avanzada.
- Terapias médicas. Como pueden ser infiltraciones de ácido hialurónico o plasma rico en plaquetas.
Cobra especial importancia las terapias del segundo apartado donde mantener la movilidad y la fuerza de la articulación afecta hace que la progresión de la enfermedad no sea tan brusca y el paciente pueda mantener su función durante más tiempo, tal y como podemos ver en el siguiente estudio.
Fisioterapia y artrosis
La artrosis, al ser una lesión propia del tejido articular, no se repara de forma natural. Sin embargo, la fisioterapia se sitúa como uno de los tratamientos más eficaces en la eliminación de los síntomas como el dolor articular y la rigidez. Los ejercicios dirigidos, la movilización articular, el masaje, la radiofrecuencia, la terapia de campos magnéticos (Zimmer), electroterapia (neuromodulación)… son algunas de las herramientas que podemos emplear en nuestro centro con este fin.
Por lo tanto, si tras ver una radiografía tu médico te diagnostica artrosis en alguna articulación, no pienses que está todo perdido, porque en muchas ocasiones con tratamiento e intentando eliminar los factores de riesgo conseguiremos hacer vida normal.